Ingredientes

– 4 huevos
– 360 g de azúcar
– 160 g de mantequilla
– 150 g de chocolate para taza
– 110 g de harina de fuerza
– 2 cucharaditas de esencia de vainilla
– 300 g de nueces peladas

Preparación

Bate los huevos hasta que estén espumosos, agrega el azúcar y sigue batiendo hasta llegar a punto letra. Batir a punto letra o a blanco es cuando al levantar la batidora del batido y con la mezcla que cae puedes escribir una letras sobre el resto de la mezcla.

Funde el chocolate junto con la mantequilla a baño maría o en microondas. Mientras tanto ve rompiendo las nueces con las manos para que queden trozos medianos (cada nuez partida en 8 aprox) y resérvalas. Integra bien el chocolate y la mantequilla y añádelo a la primera mezcla. Sigue batiendo hasta que el color sea uniforma. Agrega la harina de a poco para que no vuele por toda la cocina hasta que esté bien incorporada. Añade las nueces y la esencia de vainilla pero tendrás que mezclar con cuchara porque no será fácil con la batidora debido a la densidad de la mezcla.

Vuelca el preparado en una fuente de horno muy bien enmantecada y enharinada y cocina en horno “no precalentado” a una potencia de 160º “con fuego sólo de abajo”. En 30 minutos échale un vistazo pero puede que lo tengas que dejar unos 10 ó 15 minutos más. Cada horno es un mundo así que al loro que no se pasen.

La parte de arriba quedará crujiente y es por esto que hay que cortarlos ni bien los sacas del horno. Déjalos enfriar en la misma fuente. Una vez totalmente fríos los desmoldas con la ayuda de una espátula o lo que tengas a mano. Son un poco delicados así que con cuidado.

A mí me gusta que queden de unos 5cm x 5cm. Para el café o el té de la tarde son ideales.

Si no te salen bien a la primera, no te desanimes y vuelve a intentar. Cuando le tomes el punto al horno te quedarán fantásticos.